sábado, 25 de noviembre de 2006

Falta de imaginación

Parientes pobres del diabloMujeres de ojos grandes



Encuentre las 10 semejanzas entre estas dos ilustraciones. Ambas pertenecen a libros publicados este mismo año.

lunes, 20 de noviembre de 2006

Philip Roth. Elegía

Elegía
Elegía puede ser considerada como una rara avis entre las narraciones de Philip Roth. No está protagonizada por ninguno de sus alter ego habituales, se cimienta más en la imaginación del autor que en su biografía y, por último, carece casi por completo (excepto en un carcajeante detalle aislado) de ese humor tan caracteristico con el que el escritor suele reducir la tensión latente en sus historias. Se trata, además, de una novela corta que apenas llega a las 150 páginas. Y quizás sea esa la única falta que pueda encontrársele al libro. Falta entre comillas, claro.
Roth siempre consigue el milagro de interesarme en la historia desde el principio y mantener mi atención pegada a ella durante horas, hasta que el cansancio ocular me obliga a tomar un respiro. La brevedad de Elegía me ha supuesto una decepción precisamente por eso, porque desde el punto de vista del lector, concluye apenas ha comenzado. Aunque seguramente es mejor así, pues la carga emocional contenida en la historia parece difícil de soportar durante mucho más tiempo. Roth ha escrito uno de sus libros más oscuros, de una dureza interior no apta para ánimas sensibles. La explicación hay que buscarla en su condición de heptagenario y en el luctuoso suceso que originó el libro: el fallecimiento de algunos de sus mejores amigos, incluido el gran Saul Bellow. Se puede considerar, por tanto, que Elegía es la respuesta literaria de un gigante de la literatura (tal vez el mayor de los escritores vivos) a la muerte de otro de sus colosos.


El destino del protagonista de la novela comienza con la primera y abrumadora confrontación con la muerte en las idílicas playas de sus veranos infantiles, pasando por los problemas familiares y los logros profesionales de su edad adulta, hasta llegar a su vejez, cuando se siente desgarrado al comprobar el deterioro de sus contemporáneos y acosado por sus propias dolencias físicas. Artista publicitario de éxito con una agencia de publicidad en Nueva York, el protagonista es padre de dos hijos de un primer matrimonio que lo desprecian, y de una hija de un segundo matrimonio que lo adora. Es el amado hermano de un buen hombre cuyo bienestar físico consigue despertar en él una amarga envidia, y además el solitario ex marido de tres mujeres diferentes con quien ha mantenido matrimonios desastrosos. Al final, es un hombre que acaba siendo lo que no quería llegar a ser.

Roth relata la vida de un hombre medio en retrospectiva, mostrándolo exclusivamente en sus momentos de enfermedad. La novela comienza con su entierro y hace un recorrido vital desde su primera operación (de hernia inguinal) hasta la intervención que le cuesta la vida. Tal planteamiento determina de principio a fin el tono de la narración, en la que el lector asiste a los peores momentos de un hombre que vive y recuerda sus días sumido en la degradación física y el arrepentimiento. La mayor parte de la historia se circunscribe a sus últimos años. Entre escasas alegrías, casi todo son tristezas. Las visitas al cirujano se convierten en una obligación rutinaria, ve morir uno tras otro a sus anteriores compañeros de trabajo y, con amargura, comprueba cómo los rencores familiares le han privado del contacto con parte de su familia. Diario de una guerra perdida, la que todos mantenemos contra el tiempo, no es por tanto una lectura para débiles, y menos para hipocondríacos.
En primera instancia, la novela elabora un discurso sobre la senectud que rebosa desesperanza. Es la elegía por un muerto glosada por él mismo, una composición que en este caso sustituye el lirismo por el lamento. Hay páginas terribles, tras cuya lectura se podría concluir que quizás la muerte no es lo más temible que le puede suceder al ser humano, que tal vez la decadencia física asociada a una vejez enferma, es decir, la humillación de quien lo fue todo y ya es menos que nada sea una situación más terrible que la propia desaparición. Un ejemplo máximo de su crudeza lo constituye la frase con la que Roth resume las impresiones internas del protagonista en un punto determinado del libro: "La vejez no es una batalla. La vejez es una masacre". Inmisericorde, Roth no hace concesiones.
Naturalmente, Elegía no incide sólo en los temas de la vejez y la muerte. En tan breve narración hay lugar para el desarrollo de impactantes diálogos y lúcidas reflexiones acerca de la pasión, los diferentes puntos de vista intergenéricos, la envidia, el perdón, la resignación y el sexo. Y para uno de los capítulos más terriblemente bellos y tristes que yo haya leído jamás. Acontece en el mismo cementerio donde a la postre yacerá el protagonista, y describe su breve encuentro con el enterrador, su Caronte particular. Roth logra algo que sólo está al alcance de los elegidos, emocionar mediante un diálogo que carece en sus líneas de emoción alguna. El aséptico informe técnico que el enterrador ofrece a quien pronto será su cliente y el interés del protagonista por un proceso que le incumbe pero del que ya no será testigo, contienen una fuerza descomunal. Su voraz deseo de continuidad, de seguir estando ahí aun cuando todo haya acabado, alude al fatalismo insoluble de ese terrible momento en el cual todos acabamos desapareciendo, el de nuestra muerte. Muerte sin paliativos, sin mentiras, sin placebos metafísicos, pues bajo el punto de vista ateo que comparten escritor y personaje, la muerte significa el fin de todo.
Elegía es otra obra maestra del más grande de los maestros. Philip Roth no se merece un premio Nobel, se merece una docena.



(1) Aunque me gusta el título con que se ha publicado el libro en España, me gusta aún más el original, Everyman. He aquí su procedencia, en las palabras del propio Philip Roth:

Everyman is the name of a line of English plays from the 15th century, allegorical plays, moral theatre. They were performed in cemeteries, and the theme is always salvation. The classic is called Everyman, it's from 1485, by an anonymous author. It was right in between the death of Chaucer and the birth of Shakespeare. The moral was always 'Work hard and get into heaven', 'Be a good Christian or go to hell'. Everyman is the main character and he gets a visit from Death. He thinks it's some sort of messenger, but Death says, 'I am Death' and Everyman's answer is the first great line in English drama: 'Oh, Death, thou comest when I had thee least in mind.' When I thought of you least. My new book is about death and about dying.
(2) La lápida que adorna la cubierta es también una exigencia del autor.

sábado, 18 de noviembre de 2006

Banana Yoshimoto. Sueño profundo

Sueño profundoPoco a poco, la literatura del país del Sol Naciente va aumentando su presencia en nuestras librerías, y como es natural, lo hace con fortuna dispar. Si obviamos la moda del adulterado "fenómeno geisha" -al que mal que nos pese hay que agradecerle gran parte de este repentino interés por la cultura oriental-, el balance de calidad se decanta hacia el lado positivo. Uno de los ejemplos de esta bienvenida fiebre amarilla es la reivindicación de Banana Yoshimoto, de quien Tusquets ya nos había anticipado algunas de sus principales obras. Se trata sin duda de una de las puntas de lanza de la nueva literatura japonesa encabezada por Haruki Murakami, escritor con quien se la llegó a comparar por el carácter pop de su primer gran éxito, Kitchen. En su siguiente libro, este Sueño profundo que ha tardado más de 15 años en llegar a España, Yoshimoto cambia el rumbo y demuestra que la variedad de registros también se cuenta entre sus posibilidades.


Tres jóvenes que atraviesan un periodo difícil de su vida son las protagonistas de este bellísimo volumen de la escritora japonesa Banana Yoshimoto. «Sueño profundo», «Los viajeros de la noche» y «Una experiencia», los tres relatos que componen el libro, exploran a través de esas jóvenes los mundos que se abren cuando todo parece desmoronarse y sólo queda el vacío, mundos poblados por sombras que de pronto se hacen presentes en la vida de cada día.
Si Terako, la protagonista de «Sueño profundo», enamorada de un hombre que no puede comprometerse, debe enfrentarse sin su amiga Shiori a una soledad desconocida que la sume en la inmovilidad, Shibami, la narradora de «Los viajeros de la noche», vive en propia piel el extraño dolor que la muerte de su hermano Yoshihiro produce en las dos mujeres que lo quisieron. Por último, en «Una experiencia», Fumi-chan acude cada noche a la somnolencia que le produce la bebida, para quedar aterrada al oír, antes de dormirse, una extraña melodía que, al final, será la que le ayude a salir adelante.

Si tuviera que resumir en una sola imagen la impresión que me ha causado la escritura de Banana Yoshimoto en los tres cuentos que componen el libro, ésta sería la de una nevada cuyos copos caen en silencio, blanda y plácidamente, sobre un campo de flores negras. Es raro encontrar un estilo con esa apariencia de sencillez e inocencia y, sin embargo, tan pleno de matices y ensoñaciones. Hay una tristeza consustancial a ese estado somnoliento que aqueja a los personajes de los tres relatos, un hálito tenue que atraviesa las páginas y se incrusta en el estado de ánimo del lector. La muerte, la carencia de sentido vital, la ausencia del ser querido y la depresión extienden sus dedos hacia los protagonistas y los sumen en un sopor que debe más al plano existencial que al material. Sin embargo, Yoshimoto los describe de una forma casi etérea, dotándolos de una mirada limpia que deriva entre la inocencia y la ignorancia. Toda la atención de la escritora se centra en ellos, no en su entorno. La descripción interior se impone sobre los escasos detalles del exterior, de las casas, de los paisajes.
Las tres historias se prestan a una interpretación continua de sus numerosos matices. Las protagonistas viven como algo natural su condición, que puede considerarse como sumisa, de persona complementaria más que singular. Son mujeres que se han dejado ir, mantenidas o que aspiran a ello, que ven su relación sentimental desde un punto de vista pasivo, tal vez por la cultura a la que pertenecen, tal vez por el mal que les acucia. Aunque a su conclusión todos los relatos pueden llegar a humedecer los ojos del lector sensible, quizás sea "La noche y los viajeros de la noche"el que mayor carga emocional posee. Tanto "Sueño profundo" como "La experiencia" cuentan con un elemento sobrenatural que oscurece el argumento y enriquece su atmósfera, y que las convierte, a la manera oriental, en extraordinarios cuentos de fantasmas.
Quien se acerque a Sueño profundo se encontrará con tres maravillosas piezas cortas repletas de sensibilidad y misterio, dos de las cuales se cuentan sin duda entre los mejores relatos de literatura fantástica publicados en todo el 2006. Es éste un libro que ningun aficionado a ese género debería perderse.

jueves, 16 de noviembre de 2006

Metropol. Walter Jon Williams

Metropol
El enunciado de la tercera ley de Clarke afirma lo siguiente: "Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada sería indistinguible de la magia". La famosa ley, irrefutable si nos preguntamos qué pensaría un habitante de la Edad Media trasladado a nuestra época, puede ser aplicada por extensión a dos géneros literarios que, a pesar de su naturaleza opuesta, suelen ser incluidos en el mismo paquete. Me refiero a la ciencia ficción y a la fantasía. Sus puntos de partida provienen del uso de la tecnología (producto de la ciencia) por un lado, y de la magia por el otro. Si seguimos a partir de ahí una deducción lógica, la ley de Clarke permite asegurar que cualquier narración de cf lo suficientemente avanzada (inexplicada, extraña) sería indistinguible de la fantasía. Ese principio es el que ha permitido, entre otras cosas, la explosión del actual movimiento New Weird en las islas británicas, una forma de hacer literatura fantástica que aúna los subgéneros que la componen.
Los escritores de la New Weird han rescatado el espíritu poligenérico de la añeja revista Weird Tales y le han añadido materiales provenientes del acervo acumulado tras una centuria de cf. Se podría hablar largo y tendido sobre esta nueva corriente, sus logros, sus detractores o incluso su posible inexistencia (algo común a todas las revoluciones), pero no es éste el momento. El libro que nos ocupa no pertenece a ella, pues su publicación se remonta a varios años antes de su eclosión. Por esa razón, por cercanía temporal y estética, Metropol se postula, tal como anuncia el texto promocional, como uno de sus principales precedentes.

Una barrera ha caído entre la humanidad y el espacio. A lo largo de los siglos, el mundo se ha urbanizado hasta que el planeta entero es una sola metrópolis superpoblada. Capa sobre capa, la superposición de arquitecturas de una complejidad creciente genera relaciones geománticas que culminan en la acumulación de energía en los nexos apropiados: el plasma. Con plasma, cualquier cosa es posible. Su uso, controlado por la Compañía del Plasma, está celosamente reservado a los que pueden pagárselo. Y, por eso mismo, es la posesión más codiciada por los que desean subvertir el sistema, y también por aquéllos que simplemente buscan salir adelante. Cuando Aiah, funcionaria de la Compañía y miembro de una minoría oprimida, topa por casualidad con un depósito de plasma sin cartografiar, la cuestión no es si aprovechará la oportunidad para alcanzar poder y fortuna, sino a quién entregará su lealtad, y con ella un recurso de potencia prácticamente ilimitada.

La indefinición de la novela provocó una cierta controversia tras su publicación. Por un lado fue reivindicada como cf por sus elementos tecnológicos, pero por otro, el inexplicado plasma y su manejo por parte de los llamados "magos" dio motivo a muchos aficionados para querer integrarla en un tipo de fantasía que el mismo autor calificó como "urbana". Lo cierto es que esa Tierra totalmente urbanizada que propone Williams está más cerca de la Nueva Crobuzón de China Mieville que del Trantor asimoviano. Compuesta por ciudades estado, bajo la luz uniforme de la Barrera, ha crecido fagocitando las antiguas construcciones mediante el parcheo de edificios antiguos, creando una claustrofóbica urbe en la que los bajos estratos sociales habitan los andamiajes que cubren las fachadas mientras que parte de los edificios empresariales y antiguas fábricas callejeras permanecen vacíos. Varias clases sociales, distintas razas y grupos de mutantes intentan circunscribirse a sus propias zonas metropolitanas. El uso de los transportes públicos, el neuma y los viarios, es mayoritario. Estamos ante un mundo postmoderno, una civilización estancada desde hace cientos de años que debe su principal modo de subsistencia a un elemento, el plasma, que por inexplicado no puede recibir otro calificativo que el de mágico.
La historia que se desarrolla en tan atractivo escenario compagina dos líneas argumentales. Una de ellas refrenda el interés que suele mostrar Bibliópolis fantástica por publicar libros con un cierto trasfondo político. Aunque de menor intensidad que en La edad de oro, de John C. Wright, existe un claro discurso sobre la responsabilidad del poder, un alegato en favor del compromiso social por parte de quien cuenta con ese poder para cambiar la situación, en este caso, el revolucionario Constantine. Pero además del proselitismo revolucionario, la novela presenta también un argumento bastante repetido en el género, el de la ascensión del individuo anónimo gracias a una facultad propia que ignoraba poseer. Recuerda el modelo denunciado por Norman Spinrad en su ya canónico artículo titulado "El emperador de todas las cosas", pero lo supera merced a la posibilidad de elección de la protagonista y a su papel secundario en el reparto de gloria. Es más una tradicional historia de fantasía protagonizada por maestro y alumno que el modelo habitual de la young-novel americana. La historia, además, no llega a caer nunca en el romanticismo, detalle que hay que agradecer.
A pesar de algún momento brillante en la trama política ("Es un hecho lamentable de la vida política el que una vez que estás de acuerdo en que ciertas personas merecen morir, no es difícil encontrarlas", reflexiona Constantine) y de la intensa batalla final, me quedo con la personalidad del personaje principal, Aiah, con su valentía en la toma de decisiones y su lucha por sobrevivir y ascender en el plano personal, tanto laboral como sentimentalmente. Hasta cierto punto, ella es la auténtica revolucionaria.Hardwired
Metropol es la novela más popular de Walter Jon Williams. Fue finalista al premio Nebula, privilegio también obtenido por su continuación, City on Fire, que además estuvo presente entre los candidatos al premio Hugo y que espero ver publicada pronto. De Williams sólo nos había llegado una de sus novelas anteriores, Hardwired, cuyo escaso éxito entre los aficionados fue la causa de que hasta ahora nadie se haya atrevido a resucitarlo. Esta novela, entretenida e interesante, borra cualquier valoración negativa que se tuviera anteriormente.
Recomendable, por tanto. Aunque no quiero concluir sin antes dedicar unas líneas a mi habitual pejigatería de bibliómano. Me llaman la atención dos detalles de esta edición de Bibliópolis. El primero es la ausencia de página final de cortesía, un detalle que siempre afea el libro; el segundo se corresponde con la numeración. Mientras que la colección ha llegado ya al nº 50, Metropol cuenta con el nº37. Dado que el complejo proceso de edición de un libro se presta a multitud de imponderables que pueden retrasar su publicación, no comprendo la necesidad de numerarlo antes de su confección final, algo que provoca en algunos casos una ansiedad innecesaria en el lector y que se paga con una pérdida de prestigio, aunque ínfima, innecesaria.
No es un problema exclusivo de esta editorial, pues hay casos más sangrantes. Algún día les contaré lo de la colección Nova de Ediciones B y la Nueva Guía de Lectura de Ciencia Ficción de Miquel Barceló. Es tan absurdo que puede que incluso no se lo crean.

martes, 7 de noviembre de 2006

Edición dantesca


La ecuación DanteTrataba hace unos días el escabroso tema de los desparrames editoriales, y Ben no ha tardado en recordarme que el mayor cúmulo de descuidos y desidias se dan, seguramente, en los libros de ciencia ficción, al menos en este país. Me contaba que el asunto más inaceptable con el que se ha topado hasta ahora es el del libro que tenéis a vuestra derecha. La ecuación Dante, de la norteamericana Jane Jensen, contenía una mutilación espantosa, que al no ser subsanada en las numerosas ediciones y formatos posteriores, abandonaría el terreno de la siempre involuntaria torpeza para pasar a convertirse en una de las mayores faltas de respeto al lector/comprador de las que incluso un tipo tan bregado como yo haya tenido noticia.
La cosa tiene miga, porque además se trata del libro que en teoría lanzó a La Factoría de Ideas, editorial que lo publicó, a un nuevo estatus de bonanza. Más o menos, 16 ediciones (otro día hablamos de la pillería que eso conlleva), además del posterior paso a edición de bolsillo bajo el sello Puzzle. Pues bien, en todas sus encarnaciones está incompleto, le faltan dos páginas, precisamente las que componen el Epílogo, o sea, el final del libro. Se da la circunstancia de que, además, fui yo el encargado de escribir la reseña para la revista Solaris, editada precisamente por la propia editorial, y ante mi extrañeza sobre el abrupto final, me respondieron con un "no falta nada", No voy a hablar aquí de la calidad de la novela ni tampoco a analizarla, pero sí me gustaría decir que es uno de esos muchos casos en los que se ha querido vender un libro como lo que no era. A pesar de la imagen y la publicidad "davincescas", se trata de una novela de ciencia ficción ortodoxa. Y también de una novela incompleta.
Para todos aquellos que la leyeron en su día y se extrañaron por su conclusión un tanto abrupta, aquí va el citado epílogo (en inglés, sorry). Seguramente sea el libro que más han tardado en "acabar" en sus vidas.

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domingo, 5 de noviembre de 2006

Premios Ignotus 2006

Premio Ignotus
Los aficionados españoles a la ciencia ficción se reúnen una vez al año en la HispaCon. Aparte de celebrarse las actividades propias de cualquier convención, con sus correspondientes actos, charlas y mesas redondas, también se entregan los premios Ignotus que la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (AEFCFT) otorga a las mejores producciones del año en distintos apartados. Anoche, en la sevillana localidad de Dos Hermanas, se entregaron las estatuillas a los vencedores del 2006. Extraída de stardust, aquí tenéis la lista de ganadores:
NOVELA: Danza de tinieblas, de Eduardo Vaquerizo (Minotauro)
NOVELA CORTA: La traición de Judas, de Joaquín Revuelta (Artifex, Bibliópolis)
CUENTO: Días de otoño, de Santiago Eximeno (Galaxia, Equipo Sirius)
ANTOLOGÍA: Ven y enloquece, de Fredric Brown (Gigamesh)
LIBRO DE ENSAYO: Idios Kosmos, de Pablo Capanna (Grupo AJEC)
ARTÍCULO: Crónicas Marcianas, de Alfonso Merelo (Vórtice en Línea 6, Ediciones Parnaso)
ILUSTRACIÓN: Gigamesh 41, de Alejandro Terán (Gigamesh)
PRODUCCIÓN AUDIOVISUAL: Cálico Electrónico (Web), de Nikodemo Animation
TEBEO: La legión del espacio, de Alfredo Álamo (Sitio de Ciencia Ficción)
OBRA POÉTICA: On / Off, de Gabriella Campbell (Vórtice en línea 7, Ediciones Parnaso)
REVISTA: Asimov CF (Robel)
NOVELA EXTRANJERA: Tormenta de Espadas, de George RR Martin (Gigamesh)
CUENTO EXTRANJERO: El sumidero de la memoria, de Mike Resnick (Gigamesh 42, Gigamesh)
WEB: Sitio de ciencia-ficción, de Fco. José Suñer Iglesias
Mi amigo Ben estaba nominado en la categoría de mejor artículo por "Luz, más Luz; el estado de la ciencia ficción y la tercera vía", publicado en la antología anual Jabberwock, pero desafortunadamente no ganó. Mientras mojaba su desazón con churros en el Neguri, me ha pedido que incluya aquí sus impresiones con respecto a los premios. Naturalmente, no me he podido negar.
La lista de galardonados me recuerda una edición más que, en general, los Ignotus premian la popularidad por encima de otros valores. Tampoco es para tirarse de los pelos, es su idiosincrasia, ni mejor ni peor que otras. A veces la obra más popular coincide con la mejor, y otras no. Puede parecer chocante el triunfo de unas sobre otras entre lasJabberwock finalistas, pero a mí siempre me han resultado más llamativas las ausencias de determinadas obras en la propia final (Rudy se refirió acertadamente a ello el año pasado).
Hay un dato que me parece relevante: la ausencia total de Bibliópolis en los premios cuando hace pocos años se lo llevaba todo. Como editorial, ha crecido mucho, ha publicado más que nunca, se ha diversificado, ha iniciado proyectos enriquecedores para la cf española, y sin embargo, nada. A mí la razón me parece obvia. La desaparición de Luis del fandom ha sido decisiva. No puedo hablar de los otros casos, pero particularmente tengo que decir que no me sorprende mi "derrota". Ya me pareció genial figurar entre los elegidos habiendo otros ensayos excelentes que ni siquiera fueron tomados en cuenta, pero eran muchos los imponderables a superar. Tres artículos finalistas estaban disponibles en internet y el mío no (esto no es un reproche; no tengo mas que agradecimientos hacia la gran labor de Luis y Arturo y la oportunidad que me prestaron). El quinto tampoco lo estaba, pero era nada menos que Disch. Por otro lado, la naturaleza de mi ensayo lo convertía en poco popular. Por un lado, era un artículo de tesis (o de opinión, llamadlo como queráis) con el que la mayoría, supongo, no estará de acuerdo. Por otro lado era, en definitiva, una declaración de amor hacia una novela que es, en mi opinión, la mayor obra de ciencia ficción que se ha publicado en años, pero que a casi nadie ha gustado por "difícil". Una obra poco popular, que es lo que en los Ignotus importa.
Por último, el asunto se decide con los votos entregados en la propia Hispacón, y es evidente que Alfonso este año jugaba en casa. Le doy mi más sincera enhorabuena y me alegro un montón por su doblete. Es un gran tipo (me lo ha demostrado repetidas veces) y se merece cualquier premio. Personalmente doy las gracias a todos los que decidieron apoyar mi artículo. El hecho de que un trabajo de semejante naturaleza, de tesis (algo bastante inaudito en estos premios), contracorriente, se haya colado en la final, satisface del todo el motivo por el que fue creado. Junto a la creación de los premios Xatafi-Cyberdark es la prueba de que hay una cantidad importante de aficionados que ven el futuro del género en España de otra manera. Me congratulo de tal hecho.

Santiago L. Moreno

No pasa nada, amigo. Desde aquí seguiré apoyando en tu nombre ese matrimonio innegociable entre ciencia ficción y buena literatura. Eso sí, el próximo desayuno lo pagas tú.