martes, 13 de noviembre de 2007

Revista Hélice nº 6

Fiel a su cita bimestral, acaba de aparecer un nuevo número, concretamente el sexto, de la revista Hélice. La estética retro de la portada, decididamente fancinera, retrotrae a tiempos pasados (sentidos cada vez más lejanos) y sirve de excelente introducción para acometer la lectura del ensayo que lleva por nombre "Ayer y mañana del estudio de la ciencia ficción en España". En él, y tal como el título indica, Julián Díez repasa la pequeña historia de la crítica del género de ciencia ficción en España. Quien, como un servidor, recuerde todo aquello, soltará suspiritos de nostalgia ante los nombres que el texto de Díez recupera para la memoria. Leyéndolo se hace evidente que, no sólo ya por la reciente transformación cuantitativa y cualitativa del género, sino también porque la evolución de ese subgénero de la crítica así lo marca, es obligado seguir dando pasos firmes y decididos hacia delante, con honestidad y sin débitos. Una vez más, Díez demuestra que seguramente es, por conocimiento y claridad de ideas, la única persona en el ámbito crítico de la ciencia ficción española a la que se podría calificar de profesional.
En "Christopher Priest: Amores perros", Alberto Murcia estudia uno de los puntos importantes en la obra del británico. Muy acertado en su contenido, en esa disección que realiza del proceso evolutivo de Priest en tal aspecto, discrepo sin embargo en la consideración de la temática del amor como motor central de su narrativa, una cuestión que como Murcia mismo acaba reconociendo, no ocupa un papel preponderante en sus últimas novelas.
Por último, la sección de crítica recupera obras de Maureen F. McHugh, Robert A. Heinlein, Thomas M. Disch, Terry Pratchett y Cristina Fernández Cubas. Hago hincapié en esta última reseña, escrita por Juan Manuel Santiago, tanto por su contenido como por su construcción. Santiago parece haber encontrado un estilo personal en el que se siente muy a gusto. En este caso, aplica el mismo principio autobiográfico que rige en su conocido blog, Pornografía Emocional, para adornar con éxito la reseña. Una mezcla heterodoxa que, al menos en este caso, funciona.

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