sábado, 20 de febrero de 2010

Ángel González. Para que yo me llame Ángel González

Ahora que el maestro Serrat vuelve a rescatar a Miguel Hernández, cuando parece darse un regreso a la poesía, clásico retorno en tiempos marcados por la pérdida de la identidad social y de los valores culturales y morales, por la huída hacia el individualismo como método de supervivencia, recupero yo aquí, y recomiendo con vehemencia, la poesía de Ángel González. Descubrí al poeta hace un par de años, gracias al disco Sólo o en compañía de otros, del cantante Miguel Ríos, penúltimo eslabón en la reciente y creciente cadena de homenajes al escritor.
En coincidencia con la entronización de su coetáneo, Gil de Biedma, la admiración por la obra de Ángel González crece año tras año, al igual que las muestras públicas de reconocimiento.  En la wikipedia puede leerse este escueto resumen:
González colaboró con los cantautores Pedro Ávila en el disco "Acariciado mundo" (12 poemas de Ángel González, 1987) y Pedro Guerra en el libro-disco La palabra en el aire (2003) y también con el tenor Joaquín Pixán, el pianista Alejandro Zabala y el acordeonista Salvador Parada en el álbum Voz que soledad sonando (2004). En 2009 Joaquín Sabina le dedica la canción "Menos dos alas" incluida en su disco Vinagre y rosas, escrita junto a Benjamín Prado.
Me quedo con la interpretación de Miguel Ríos, quien supo mezclar con acierto la pieza que viene a continuación con "La vida en juego", composición con la que el cantautor Pedro Guerra musicalizó otra de las muchas joyas poéticas a las que el genio ovetense supo conferir emoción y carga de profundidad. Es verdaderamente difícil elegir sólo uno de entre sus muchos y memorables poemas, inigualables reclamos de emoción, plenos de una belleza profunda y honesta, pero me decanto por éste que tenéis a continuación. No sólo por ser el primero que le conocí, sino también porque la descomunal fuerza de su conclusión, de esas dos frases finales, embravecidas, indefensas, me afecta hasta desbordarme.


Para que yo me llame Ángel González


Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
De su pasaje lento y doloroso
de su huida hasta el fin, sobreviviendo
naufragios, aferrándose
al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquí,
tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento...


En su propia voz:






Si desean leer otras piezas de este gran poeta e indagar un poco en su vida, pueden acudir a Cervantes Virtual.

sábado, 13 de febrero de 2010

Imágenes de cf. IV


"Durmió aquella noche pegado a su padre y lo abrazó pero al despertar por la mañana su padre estaba frío y tieso. Se quedó allí sentado llorando mucho rato y luego se levantó y atravesó el bosque hasta la carretera. Cuando regresó se puso de rodillas al lado de su padre y cogió su fría mano y pronunció su nombre una y otra vez."





jueves, 11 de febrero de 2010

2012 y País de espías

El ínclito Santiago L. Moreno, tras más de un año de ausencia, ha vuelto a escribir un par de reseñas, pero ha decidido publicarlas en casa ajena. Ignoro qué habrá estado haciendo estos meses tan oscuro personaje, en qué asuntos, en qué extravagantes negocios habrá empleado su tiempo. Ciertamente, no es que me importe mucho, pero en recuerdo de la buena relación mantenida en el pasado, doy fe de esta noticia.
Ya puestos, y dado que, seguramente, pasará algún tiempo hasta que esos textos encuentren aquí hospedaje, les facilito a continuación ambos enlaces. Por si algún extraño tipo de locura se ensaña con ustedes y les obliga a leerlos.

2012, de Whitley Strieber, en Stardust.

País de espías, de William Gibson, en Prospectiva.

Ustedes mismos.